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La mujer encorvada representa a la iglesia porque lo primero que el Señor va a hacer es enderezar los cimientos de la iglesia para levantar a sus bueyes, es decir, a sus ministros para edificarla. Esta es la primera señal, sus cimientos se van a recuperar, porque para restaurar, debe hacerse sobre los mismos cimientos.
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Una de las funciones principales del despertar de los bueyes es la restauración del ministerio pastoral, en el cual se va a cumplir labores paternas, para que con el amor de un padre, sean restauradas las vidas de los hijos espirituales. Los hidrópicos, aquellos que están hinchados de tanto conocimiento que no han puesto en práctica, van a ser restaurados por medio de un pastor, un padre espiritual, en la congregación.
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El ministerio evangelístico no es aquel que trae maldición a la gente, sino que buenas nuevas de salvación. Las enseñanzas de un verdadero magisterio, son como clavos hincados que se quedan en el corazón, es el único ministerio que está indicado para escribir en el corazón del hombre.
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El ministerio profético, en una de sus funciones, será de restaurar la mano seca, aquella que no prospera para que comience a dar frutos preciosos en Dios.
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El Señor está restaurando la visión profética del ministerio apostólico para que la iglesia de este tiempo sea mejor que la del principio. Dios nos va a levantar hasta lo más alto, por eso dice la Biblia: “Haya también en vosotros la misma actitud que hubo en Cristo Jesús, el cual fue llevado en una humillación hasta lo sumo, y por eso Dios lo exaltó hasta los lugares más altos.”
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Es un tiempo hermoso en Dios en el que está restaurando los cinco ministerios, en el que hemos entendido que nuestro día de reposo no es solamente uno sino que todos, porque Cristo es nuestro reposo, aunque se levanten burladores, como dice la Biblia, los burladores del tiempo final diciendo: “El Señor ya no viene”, falsos maestros que golpeen y hieren como escorpión al cuerpo de Cristo, dice la Biblia que nos ha dado potestad para hollar (pisotear, pisar) serpientes y escorpiones y nada nos dañará, pero tenemos que estar cerca de Dios, llenos de su presencia, escudriñando su palabra, meditando en ella día y noche para no ser llevados cautivos por falta de conocimiento, y para no ser movidos por cualquier viento de doctrina.
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