Hemos estado aprendiendo que para poder liberar, primero somos nosotros los que debemos estar libres de toda situación; como le sucedió a Moisés; tuvo que ser liberado de muchas cosas entre ellas, de la incredulidad porque era necesario que al presentarse ante Faraón, estuviera libre de toda incredulidad, de otra forma, lo primero que haría el enemigo es atacar su mente para que fuera cautivo nuevamente; pero si nosotros somos libres en el nombre de Jesús podemos libertar al pueblo de Dios.
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