Necesitamos mantener una actitud constante de autoexamen en nuestra vida, en
nuestra alma para estar alertas de que no haya vestigios de amargura en nuestro
corazón, pero para eso, debemos contar con la ayuda del Espíritu Santo, aunque
también debe haber en nosotros una actitud de humildad porque si nos vamos a
examinar, debemos saber que encontraremos cosas que no son del agrado de Dios y
aunque a nosotros en algún momento nos parezcan inofensivas o peor aún, nos
agraden; debemos deponerlas delante de Dios y vivir una vida de cristianos
radicales; como algunos de Sus siervos que nos antecedieron, primeramente se
enfrentaron consigo mismos, respecto a sus creencias para darle paso a la verdad
que proviene de Dios,
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